En este ejercicio se recolectan relatos, cantos, anécdotas, fotografías, objetos y dibujos que permiten recordar no solo a las 102 víctimas mortales de la masacre, sino a todos los que ya no están con nosotros y así poner el sello de que los derechos, libertades, bienes y honra deben ser respetados por todos los seres humanos para tener vida larga sobre y no debajo de la tierra.
Tenemos claro que uno de los procesos más dolorosos, y alentadores a la vez, desde el punto de vista reparador y sanador para los núcleos familiares de Bojayá, es la reconstrucción de historias de vida. Este proceso acompaña la exhumación, identificación y búsqueda de nuestros desaparecidos para llegar hasta la fase de velorio y entierro como despedida espiritual.
Con los perfiles de vida buscamos acercarnos a las memorias de vida que reúnen los familiares de sus fallecidos. Buscamos que sean una especie de sendero que conecte y represente los procesos de duelo y resistencia de la comunidad y la familia, y así, poder de alguna manera, entender la magnitud de lo innombrable, sentirlo, transitarlo y transformarlo sin que se abran nuevas heridas.
Adicionalmente, con el transcurrir del tiempo, la nueva generación de niños, niñas y jóvenes están buscando respuestas sobre la verdad, quieren comprender sobre sus familiares asesinados, y preguntan:
“¿Por qué fueron a la iglesia?”, “¿Qué fue lo malo que hicieron?”, “¿Por qué los mataron?”, “¿Quiénes eran?”, “¿Cómo eran?”, “¿Dónde vivirían si estuvieran vivos?”, “¿Dónde están?”, “¿Por qué nadie me dice nada?”, “¿Por qué me quitaron la oportunidad de conocerlo?”, “¿Cómo sería hoy en día?”, “¿Qué le gustaba hacer o a qué se dedicaba?”, “Me pregunto en silencio ¿por qué tenía que ser él?, y nadie me responde”. “Desde 2002 no lo veo; quería conocerlo; quisiera haber compartido con él”.
Estos interrogantes –complejos de responder para los familiares dado que «recordar es vivir» el dolor en carne propia que han llevado durante todos estos prolongados años– nos llevan como Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá y familiares sobrevivientes a inferir que es necesario construir las historias de vida de las personas asesinadas en la masacre de Bojayá. Esto sería como una hierba medicinal ancestral como es la santa maría de anís o la santa maría blanca.
El objetivo público más amplio de las historias de vida es en primer lugar llegar y reconocer todo el núcleo familiar, en segundo lugar, a la comunidad de Bojayá y en último lugar a la humanidad de quienes mueren en la masacre. En un país que se ha acostumbrado a contar muertos, a medirlos por cifras y a no entender todo lo que hay detrás de cada persona a la que se le arrebata la vida: querer compartir sus roles –el familiar y el social– que en ocasiones son tan fuertes que en algunos casos su asesinato pone en vilo la existencia de toda una comunidad.
Esta intención se va afianzando, por otra parte, por el proceso de memoria histórica que como comunidad estamos recorriendo desde hace varios años y que se ha ido materializando en la propuesta de un
lugar de memoria del Medio Atrato.
El lugar de memoria «Atrato, territorio de historias que construye su memoria» lo compone el conjunto de paisajes que interconectan objetos, lugares e historias que constituyen las memorias vivas y las experiencias propias de las comunidades afro e indígenas atrateñas respecto a la larga duración de las violencias, las concepciones étnicas sobre el territorio, la comprensión del conflicto armado contemporáneo y el reconocimiento y fortalecimiento de las resistencias sociales, organizativas y culturales de los pueblos de la cuenca media del río Atrato.
En el proceso de definición de esta ruta líderes y lideresas del Comité viajan hacia varias regiones del país y conocen experiencias de otros lugares de memoria, como el Salón del Nunca Más, en Granada, Antioquia. Allí, pueden evidenciar la forma que adquiere la memoria de los seres ausentes que ha dejado el conflicto armado. Tras retornar de este viaje, el Comité acuerda que uno de los componentes del lugar de memoria estaría orientado a fortalecer los procesos de trasmisión y pedagogía de la memoria con especial orientación a la población juvenil e infantil,
renacientes
Generación de niños, niñas y jóvenes que empiezan a asumir el liderazgo y conocimientos de la comunidad.
del territorio.
Por ello gestionamos, como parte del proceso emprendido, el apoyo del Centro Nacional de Memoria Histórica, para cumplir dos propósitos específicos. El primero, acompañar desde su experiencia y recoger con sus capacidades técnicas, tecnológicas y logísticas insumos para la documentación local del proceso forense a desarrollar y trasladarlos al Comité para su archivo y conservación. El segundo, acompañar al Comité en el diseño e implementación de la metodología para las historias de vida de las víctimas mortales de la masacre como parte integral del proceso técnico forense de Bojayá.
Una vez acordada esta ruta de trabajo, identificamos que las historias de vida iban a ser fuertes e impactantes. Esto implica un mayor desafío. De hecho, nos pone a buscar en nuestro jardín botánico ancestral un calmante o relajante que sirva como antídoto para reconstruir las historias de vida sin afectación. Definimos entonces que las historias de vida se contaran desde la alegría, la felicidad, el amor; desde lo social, lo político, lo cultural y lo espiritual, evitando revictimizar o ahondar en el dolor de las familias.
Para desarrollar las historias de vida se vincula un equipo local de trabajo conformado por un coordinador e investigadores locales: Yúber Palacios, Boris Velásquez, Jhon Fredy Pinilla, María Ángela Palma y Jhon Fredis Velásquez. Ellos reciben capacitación de Germán Arango, de la corporación Pasolini en Medellín, sobre manejo de cámaras, grabación, construcción de guion, entre otros temas. La intención es que el equipo esté preparado para tomar la información sin traumatismo y con una alta calidad en los registros fotográficos, sonoros y audiovisuales. Este es el mismo equipo que durante todo el proceso de exhumación acompaña el registro audiovisual y fotográfico como garantía de la documentación autónoma del Comité.
Una vez culminado el proceso de exhumación y mientras los cuerpos son analizados para su
individualización
En antropología y odontología es el proceso mediante el cual se busca establecer la relación anatómica entre estructuras óseas de un cadáver o en un conjunto de segmentos anatómicos mezclados de varios cadáveres. El proceso puede ser respaldado por análisis genéticos para determinar la relación de uniprocedencia –si pertenece a un mismo individuo–. En medicina es el conjunto de rasgos específicos que diferencian una persona de otra, como señales particulares, entre otras (Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, 2016).
e
identificación
Proceso mediante el cual se establece la identidad de un individuo u objeto. Es un proceso técnico-científico que evalúa un conjunto de variables que individualizan a una persona y la diferencian de las demás, para ello se acude a características físicas, psíquicas y a aspectos socioculturales. Identificar es comparar y equivale a adelantar un proceso técnico-científico de comparación entre dos o más conjuntos de variables (Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, 2016).
se inicia la construcción de las historias de vida. Primero se realizan pilotajes de la metodología establecida entre el Comité y el Centro Nacional de Memoria Histórica con dos familias de los integrantes del Comité. Esta etapa cuenta con el apoyo de la Universidad de la Columbia Británica en Canadá. Finalmente, se realizan cuarenta encuentros que resultan en cuarenta álbumes familiares. Los álbumes recogen las historias de vida de más de una persona; es decir, todas las pérdidas humanas que cada núcleo familiar tiene. Los encuentros se hacen recorriendo los departamentos de Chocó y Antioquia, en los municipios de Bojayá, Vigía del Fuerte y las ciudades de Quibdó y Medellín.
El cambio de gobierno en el 2018 supone grandes retos para la acción y gestión del Comité y para la misma continuidad del proceso y acompañamiento de las historias de vida. En el nuevo escenario tenemos que insistir en la perspectiva étnica y territorial de nuestras acciones de memoria histórica y en la necesidad de continuar los encuentros familiares para cumplir con las expectativas que tienen las familias de tener los álbumes como parte constitutiva de la entrega de los cuerpos y de su entierro.
«Por más fuerte que sea la tormenta, ella nunca ha logrado tapar el sol» y Bojayá logra brillar reconstruyendo las historias de vida entregadas en el mes de noviembre de 2019 a los familiares sobrevivientes como una de las acciones de homenaje que acompañan los días de encuentro colectivo para velar y enterrar a los muertos de la masacre.