Los muertos de Bojayá son nuestros muertos

EXHUMAR, IDENTIFICAR, ENTERRAR Y ACOMPAÑAR EN BOJAYÁ, CHOCÓ

Los muertos de Bojayá son nuestros muertos

EXHUMAR, IDENTIFICAR, ENTERRAR Y ACOMPAÑAR EN BOJAYÁ, CHOCÓ

» Contar desde adentro:
propósito y perspectiva de la sistematización
» Un recorrido desde la masacre
hasta el entierro final
Líneas del tiempo: antecedentes de la masacre y del proceso de exhumación
» Sentidos de la muerte

» Estrategias: ¿Cómo se hizo?

Características del proceso Guías, lideres y acompañantes

» Los momentos del proceso

Exhumar Identificar Enterrar Acompañar Rencuentros reparadores
» Sentidos del proceso y aprendizajes

Los muertos de Bojayá son nuestros muertos

EXHUMAR, IDENTIFICAR, ENTERRAR Y ACOMPAÑAR EN BOJAYÁ, CHOCÓ

RECURSOS: INNOVACIONES FORENSES
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» Los momentos del proceso

RENCUENTROS REPARADORES:

víctimas y
familiares y memoria

FOTO: Centro Nacional de Memoria Histórica

El etnocidio de Bojayá genera múltiples separaciones: no solo de los cuerpos que son inhumados, fraccionados en fosas distintas y mezclados en un nivel indeterminado; sino que además divide familias, aleja personas del lugar donde enterraron sus ombligos, profana territorios sagrados, entre otras acciones que a la postre generan distancias que siguen profundizando el dolor. Honrar los sagrados espíritus ha permitido aliviar muchos de estos dolores. Este alivio se identifica en varios niveles:

  • Encontrarnos entre organizaciones, familiares, líderes y lideresas integrantes de la comunidad para hablar del estado en que se encuentran las víctimas mortales de la masacre y atender a las preocupaciones sobre los desaparecidos es el primer paso que permite buscar soluciones.
  • El desarrollo de asambleas y diversas reuniones tiene un valor muy importante para contribuir al alivio: volver a Bojayá después de 15 o más años de haberse alejado por el impacto del conflicto vuelve a generar esa conexión con el territorio, con sus gentes, vernos con los familiares, amigos y toda la vida que la violencia nos ha arrebatado.
  • En 2002 muchas personas simplemente desaparecen, en los años siguientes toca tratar de adaptarse a su ausencia, pero no se había tenido la oportunidad de despedir a aquel ser querido. Las exhumaciones se convierten en un momento doloroso de rencuentro, donde se evidencia el intenso dolor que generan las pérdidas invaluables e irreparables, donde muchas personas se pueden desahogar, hacer el duelo aplazado durante tantos años.
  • El volver hablar del dolor colectivo, de aquellos que se fueron, recordar los momentos destacados de la vida familiar y comunitaria es de los momentos valiosos que permite el proceso.
  • Las historias de vida de las víctimas que se reconstruyen entre el 2017 y el 2019 y los rencuentros de familias tienen una importancia mayúscula cuando hablamos de aliviar esos dolores y reconocernos, trasmitir esos afectos a los renacientes es algo simplemente maravilloso.

Estos rencuentros también permiten conocerse y reconocerse. Personas que permanecen fuera del territorio durante 15 o más años ya no conocen a aquellos nuevos integrantes de la familia; los huérfanos pueden disfrutar de su familia extensa. Todos se vuelven a reconocer como comunidad ya que estos rencuentros trascienden a las relaciones familiares y esa alegría se vuelve comunitaria. Como lo recuerda Elizabeth Álvarez, conocida como Lucero, el proceso permite no solo el rencuentro familiar sino el fortalecimiento de los lazos, vínculos y símbolos que hacen la misma comunidad:

Además de ir a acompañarlos en el dolor también veíamos que era pues la oportunidad que tenía la familia de volver a rencontrarse. Porque muchos, después de lo que sucedió aquí, no habían tenido la oportunidad de regresar. Y entonces es como que un aprovechamiento poder estar en familia, poder compartir y sobre todo que en la misma dinámica recordaba uno mucho a esa persona que murió, con sus virtudes, su fortaleza, y eso es pues significativo. Por otro lado, pues veía que también en el proceso algo muy importante es cómo se va gestando y cómo se va fortaleciendo lo que es el Cristo, porque en muchas ocasiones no solamente yo, mi mamá, Rosita, todas le pedíamos fortaleza a ese Cristo. O sea, es como que de allí ya le vamos dando relevancia, desde antes pues ya lo hemos hecho, pero sentir de que Él nos daba la fuerza específica, las fuerzas necesarias para poder continuar y avanzar en el proceso.

Imagen portada en madera de los álbumes familiares. 2019.
Foto: Yúber Palacios.

Encuentros familiares: reconstrucción de
las historias de vida y los álbumes de familia

La iniciativa de reconstruir las historias de vida tiene la intención de conectarse con Bellavista viejo, reconstruir el tejido familiar y social con la vida que por el conflicto tuvimos que dejar.



En este ejercicio se recolectan relatos, cantos, anécdotas, fotografías, objetos y dibujos que permiten recordar no solo a las 102 víctimas mortales de la masacre, sino a todos los que ya no están con nosotros y así poner el sello de que los derechos, libertades, bienes y honra deben ser respetados por todos los seres humanos para tener vida larga sobre y no debajo de la tierra.

Tenemos claro que uno de los procesos más dolorosos, y alentadores a la vez, desde el punto de vista reparador y sanador para los núcleos familiares de Bojayá, es la reconstrucción de historias de vida. Este proceso acompaña la exhumación, identificación y búsqueda de nuestros desaparecidos para llegar hasta la fase de velorio y entierro como despedida espiritual.

Con los perfiles de vida buscamos acercarnos a las memorias de vida que reúnen los familiares de sus fallecidos. Buscamos que sean una especie de sendero que conecte y represente los procesos de duelo y resistencia de la comunidad y la familia, y así, poder de alguna manera, entender la magnitud de lo innombrable, sentirlo, transitarlo y transformarlo sin que se abran nuevas heridas.

Adicionalmente, con el transcurrir del tiempo, la nueva generación de niños, niñas y jóvenes están buscando respuestas sobre la verdad, quieren comprender sobre sus familiares asesinados, y preguntan:

“¿Por qué fueron a la iglesia?”, “¿Qué fue lo malo que hicieron?”, “¿Por qué los mataron?”, “¿Quiénes eran?”, “¿Cómo eran?”, “¿Dónde vivirían si estuvieran vivos?”, “¿Dónde están?”, “¿Por qué nadie me dice nada?”, “¿Por qué me quitaron la oportunidad de conocerlo?”, “¿Cómo sería hoy en día?”, “¿Qué le gustaba hacer o a qué se dedicaba?”, “Me pregunto en silencio ¿por qué tenía que ser él?, y nadie me responde”. “Desde 2002 no lo veo; quería conocerlo; quisiera haber compartido con él”.

Estos interrogantes –complejos de responder para los familiares dado que «recordar es vivir» el dolor en carne propia que han llevado durante todos estos prolongados años– nos llevan como Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá y familiares sobrevivientes a inferir que es necesario construir las historias de vida de las personas asesinadas en la masacre de Bojayá. Esto sería como una hierba medicinal ancestral como es la santa maría de anís o la santa maría blanca.

El objetivo público más amplio de las historias de vida es en primer lugar llegar y reconocer todo el núcleo familiar, en segundo lugar, a la comunidad de Bojayá y en último lugar a la humanidad de quienes mueren en la masacre. En un país que se ha acostumbrado a contar muertos, a medirlos por cifras y a no entender todo lo que hay detrás de cada persona a la que se le arrebata la vida: querer compartir sus roles –el familiar y el social– que en ocasiones son tan fuertes que en algunos casos su asesinato pone en vilo la existencia de toda una comunidad.

Esta intención se va afianzando, por otra parte, por el proceso de memoria histórica que como comunidad estamos recorriendo desde hace varios años y que se ha ido materializando en la propuesta de un lugar de memoria del Medio Atrato. El lugar de memoria «Atrato, territorio de historias que construye su memoria» lo compone el conjunto de paisajes que interconectan objetos, lugares e historias que constituyen las memorias vivas y las experiencias propias de las comunidades afro e indígenas atrateñas respecto a la larga duración de las violencias, las concepciones étnicas sobre el territorio, la comprensión del conflicto armado contemporáneo y el reconocimiento y fortalecimiento de las resistencias sociales, organizativas y culturales de los pueblos de la cuenca media del río Atrato. En el proceso de definición de esta ruta líderes y lideresas del Comité viajan hacia varias regiones del país y conocen experiencias de otros lugares de memoria, como el Salón del Nunca Más, en Granada, Antioquia. Allí, pueden evidenciar la forma que adquiere la memoria de los seres ausentes que ha dejado el conflicto armado. Tras retornar de este viaje, el Comité acuerda que uno de los componentes del lugar de memoria estaría orientado a fortalecer los procesos de trasmisión y pedagogía de la memoria con especial orientación a la población juvenil e infantil, renacientes Generación de niños, niñas y jóvenes que empiezan a asumir el liderazgo y conocimientos de la comunidad. del territorio.

Por ello gestionamos, como parte del proceso emprendido, el apoyo del Centro Nacional de Memoria Histórica, para cumplir dos propósitos específicos. El primero, acompañar desde su experiencia y recoger con sus capacidades técnicas, tecnológicas y logísticas insumos para la documentación local del proceso forense a desarrollar y trasladarlos al Comité para su archivo y conservación. El segundo, acompañar al Comité en el diseño e implementación de la metodología para las historias de vida de las víctimas mortales de la masacre como parte integral del proceso técnico forense de Bojayá.

Una vez acordada esta ruta de trabajo, identificamos que las historias de vida iban a ser fuertes e impactantes. Esto implica un mayor desafío. De hecho, nos pone a buscar en nuestro jardín botánico ancestral un calmante o relajante que sirva como antídoto para reconstruir las historias de vida sin afectación. Definimos entonces que las historias de vida se contaran desde la alegría, la felicidad, el amor; desde lo social, lo político, lo cultural y lo espiritual, evitando revictimizar o ahondar en el dolor de las familias.

Para desarrollar las historias de vida se vincula un equipo local de trabajo conformado por un coordinador e investigadores locales: Yúber Palacios, Boris Velásquez, Jhon Fredy Pinilla, María Ángela Palma y Jhon Fredis Velásquez. Ellos reciben capacitación de Germán Arango, de la corporación Pasolini en Medellín, sobre manejo de cámaras, grabación, construcción de guion, entre otros temas. La intención es que el equipo esté preparado para tomar la información sin traumatismo y con una alta calidad en los registros fotográficos, sonoros y audiovisuales. Este es el mismo equipo que durante todo el proceso de exhumación acompaña el registro audiovisual y fotográfico como garantía de la documentación autónoma del Comité.

Una vez culminado el proceso de exhumación y mientras los cuerpos son analizados para su individualización En antropología y odontología es el proceso mediante el cual se busca establecer la relación anatómica entre estructuras óseas de un cadáver o en un conjunto de segmentos anatómicos mezclados de varios cadáveres. El proceso puede ser respaldado por análisis genéticos para determinar la relación de uniprocedencia –si pertenece a un mismo individuo–. En medicina es el conjunto de rasgos específicos que diferencian una persona de otra, como señales particulares, entre otras (Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, 2016). e identificación Proceso mediante el cual se establece la identidad de un individuo u objeto. Es un proceso técnico-científico que evalúa un conjunto de variables que individualizan a una persona y la diferencian de las demás, para ello se acude a características físicas, psíquicas y a aspectos socioculturales. Identificar es comparar y equivale a adelantar un proceso técnico-científico de comparación entre dos o más conjuntos de variables (Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, 2016). se inicia la construcción de las historias de vida. Primero se realizan pilotajes de la metodología establecida entre el Comité y el Centro Nacional de Memoria Histórica con dos familias de los integrantes del Comité. Esta etapa cuenta con el apoyo de la Universidad de la Columbia Británica en Canadá. Finalmente, se realizan cuarenta encuentros que resultan en cuarenta álbumes familiares. Los álbumes recogen las historias de vida de más de una persona; es decir, todas las pérdidas humanas que cada núcleo familiar tiene. Los encuentros se hacen recorriendo los departamentos de Chocó y Antioquia, en los municipios de Bojayá, Vigía del Fuerte y las ciudades de Quibdó y Medellín.

El cambio de gobierno en el 2018 supone grandes retos para la acción y gestión del Comité y para la misma continuidad del proceso y acompañamiento de las historias de vida. En el nuevo escenario tenemos que insistir en la perspectiva étnica y territorial de nuestras acciones de memoria histórica y en la necesidad de continuar los encuentros familiares para cumplir con las expectativas que tienen las familias de tener los álbumes como parte constitutiva de la entrega de los cuerpos y de su entierro.

«Por más fuerte que sea la tormenta, ella nunca ha logrado tapar el sol» y Bojayá logra brillar reconstruyendo las historias de vida entregadas en el mes de noviembre de 2019 a los familiares sobrevivientes como una de las acciones de homenaje que acompañan los días de encuentro colectivo para velar y enterrar a los muertos de la masacre.

Metodología

Previo a los encuentros familiares
Concertación / identificación familiar

Realizamos un primer acercamiento que consiste en una conversación presencial o vía telefónica con un representante de la familia para explicarle el objetivo e importancia de hacer los encuentros familiares. El representante brinda la información a sus familiares y le informa al Comité los nombres de quienes desean asistir de manera voluntaria al ejercicio propuesto.

Esto nos permite tener claro el estimativo y condiciones para cada encuentro familiar como, también, tener un mapeo de las familias para su abordaje: si vienen participando del proceso de exhumación e identificación, si son católicos o cristianos, cuántos son personas adultas y cuántos menores, el número de víctimas de cada familia, los avances en el proceso de identificación, etc.


Solicitud de mementos a las familias

En la concertación con los representantes de cada familia se les solicita traer consigo los objetos hechos por ellos mismos y otros conservados en medio de la adversidad, prendas, fotografías, imágenes, cantos, versos, poesías y demás elementos que quieran compartir sobre su ser querido muerto en la masacre. Estos objetos se convierten en un homenaje a sus seres queridos. Todo es especial y mágico porque cada objeto tiene un sentido, recobra una historia desconocida que se comparte con todos los asistentes al encuentro. Por ejemplo, algunos madrugan a preparar «el tapado de bocachico» porque es la comida predilecta de su ser querido, pues quieren recordarlo con ese plato exquisito cuando de madrugada se levantaba a ver su trasmallo y traía el bocachico de la faena de pesca al pueblo para ser vendido; pero eso sí, siempre dejando una porción de peces para alimentar a los suyos.

Durante los encuentros familiares

La jornada comienza con la invocación de una oración o de alguna expresión espiritual que permite respetar las creencias religiosas de cada integrante. Posteriormente, el coordinador explica el objetivo de los encuentros familiares y las pautas para el registro fotográfico, sonoro y audiovisual, se solicita el consentimiento informado y se informa la forma como se custodiarían y archivarían los insumos que las familias traen.

Para empezar a tejer un ambiente de confianza y espontaneidad se realiza una actividad en la que llegamos a lo más profundo de cada uno de nosotros: por primera vez nos cruzamos unas palabras para que nos riamos y aprendamos el nombre y el apodo del otro. Algunos aprovechamos el momento para preguntar a nuestras madres con qué nos habían ombligado Saulo Enrique Mosquera nos explica sobre el proceso que «cuando un niño nace, la comadrona o partera le corta el ombligo. Cuando se cae el ombligo, empiezan a estar al cuidado de este, hasta que está sano. Cuando ya el ombligo sana, empiezan a ponerle plantas, elementos de la naturaleza [...] El ombligado es quien al nacer experimentó ese ritual». porque no sabíamos.

Los encuentros familiares son momentos de homenaje y de reconocimiento del ser querido ausente más allá de su nombre o apodo, conocemos el objeto o cosa de la naturaleza que lo identifica, sus gustos, las anécdotas que nos permiten recordarlo. Este paso genera compenetración familiar y genera un ambiente cada vez más íntimo para el diálogo y el compartir.

Un ejercicio individual con el que se preparan las familias es la construcción del libro «Mis mejores dibujos». Cada persona crea un libro personal, escoge su portada y con la mano izquierda para quien fuera derecho o viceversa, escriben y adornan el título, dibujan el árbol que les haya marcado en sus vidas. Finalizado el ejercicio cada uno comparte el libro y el árbol que lo identifica.

La portada familiar

De los nombres y apodos personales, se pasa posteriormente a indagar por la forma como las familias son identificadas en el territorio para construir la portada del álbum. En esta actividad, algunas familias ya tienen su nombre y apodo, por el cual se reconocen y los reconocen en el territorio. En otros casos, algunos no se sienten recogidos con esa identificación familiar y por esta razón algunas familias toman la decisión de construir una nueva donde todos se sientan más cómodos.



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Imagen de una página del álbum de la familia Perea Palma. 2019. Foto: Pilar Riaño.

Árbol familiar de la vida

Tomando como base el árbol genealógico Cuadro descriptivo que muestra las relaciones, orígenes y ascendencia de una familia.. de la familia se invita a las personas participantes a construir colectivamente el árbol familiar de la vida. En él se representa cada persona incluidos los ausentes y familiares que no pueden estar o participar del encuentro.

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Imagen de una página del álbum de familia. Foto: Centro Nacional de Memoria Histórica.

Este es uno de los pasos que mayor tiempo demanda para algunas familias, pues registran de ocho a diez generaciones. Esto implica escuchar a la persona que al interior de las familias tiene un amplio conocimiento de sus antepasados. Los mayores Hombres y mujeres que son los referentes para los jóvenes, niños y niñas; personas que por sus experiencias y conocimientos están encargadas de orientar a la comunidad.. se destacan como referentes o guías de enseñanza para que los menores conozcan de dónde vienen. El árbol se convierte así en una especie de memoria viva que estaremos cuidando y alimentando para darnos frutos saludables.

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Imágenes de árboles familiares de la vida.
Foto: Centro Nacional de Memoria Histórica.

Construcciones colectivas de los retratos personales de las víctimas

Esta actividad consiste en un diálogo sobre los rasgos físicos y de personalidad de los seres queridos muertos. Se cuentan anécdotas y se crean versos, poemas, décimas, cartas u objetos de homenaje a las víctimas. Este es el momento que permite resolver interrogantes de niños, niñas y jóvenes, pues da a conocer lo que fueron e hicieron nuestros muertos durante su corta vida. Esta actividad es una de las más dolorosas para las familias. Todas las historias son impactantes, pero las palabras expresadas por los nietos y bisnietos son especialmente duras al expresar la ausencia de sus abuelas y abuelos, y las cosas que hubieran hecho con ellos. Es tan duro que muchos prefieren guardar silencio y hacer una pausa o parar los encuentros ya que algunos no aguantan el dolor y prefieren salir del espacio.

Para cerrar se hace un registro fotográfico de toda la familia y se integran los retratos de los ausentes. Después de una extenuante jornada de trabajo nos permitimos cerrar el espacio con unas lindas palabras de amor y admiración por la familia y se hace una oración de despedida. Las familias comparten posteriormente una cena como un momento íntimo para afianzar los lazos de unidad.

Posterior a los encuentros familiares

El equipo de comunicación realiza un registro detallado y riguroso que sigue un protocolo de organización de información de los materiales generados del encuentro –físicos y digitales– como insumos para construcción de los álbumes familiares. Dicho protocolo incluye los procesos de acopio, digitalización, inventario y custodia de la totalidad de materiales físicos recogidos, además de los archivos sonoros o audiovisuales recopilados en los encuentros.

Como comunidad hemos venido solicitando en múltiples espacios y trabajando para lograr construir un lugar de memoria del Medio Atrato , pero aún no se ha materializado. Los álbumes familiares se han convertido en nuestros propios lugares de memorias.

Es necesario realizar los encuentros en el territorio para decirles a la sociedad colombiana y al mundo, con nuestras propias voces, con nuestros símbolos, que la memoria permanece viva en nuestras lesiones cicatrizadas, nuestras mentes, corazones y que la paz nos beneficia a todos y todas.

Con el proceso de historias de vida se generan espacios participativos e incluyentes y se crea una estrategia de comunicación con víctimas, líderes y lideresas de la comunidad. El proceso nos deja un gran aprendizaje al registrar una tragedia con miles de historias y un acercamiento a lo más íntimo y profundo de las familias. Los encuentros nos permiten recolectar las informaciones necesarias para nuestro propio archivo de memoria, asimismo, nos sirven como insumos en los espacios interinstitucionales para las reivindicaciones de derechos del pueblo étnico bojayaseño. Sin duda, estos registros de las historias de vida de las víctimas de Bojayá se convierten en una de las estrategias más ambiciosas con carácter reparador y sanador. Después del entierro, los familiares no se van con las manos vacías, sino cargados del legado más grande que dejan nuestros mártires; que es esa memoria viva que por fin hoy se tiene y que nos brinda la oportunidad de conocer lo que el conflicto desafortunadamente no nos deja conocer.

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OTROS MOMENTOS DEL PROCESO

La materialización de los procedimientos de exhumación, identificación, individualización, entrega y entierro final que tienen lugar entre el 2017 y el 2019 es resultado de este largo recorrido que las comunidades afros e indígenas de Bojayá y del Medio Atrato chocoano hemos emprendido para reclamar y garantizar nuestros derechos a la verdad, al duelo, al ritual y al entierro digno de nuestros seres queridos, y contra la impunidad que permanece frente a las violaciones y atrocidades cometidas en el territorio.

Exhumar:

Para los bojayaseños las exhumaciones se piensan como un momento ritual para el cuidado y el acompañamiento.



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Identificar e individualizar:

«Nosotros apenas vamos a conocer la verdad»: estableciendo la identidad irrefutable de las víctimas.



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Enterrar:

Ritualizar y dignificar el tratamiento de los familiares asesinados en la masacre es un trabajo espiritual y simbólico...



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Acompañar y cuidar

Acompañar y cuidar son las acciones que sostienen el trabajo ritual de la mortuoria, un trabajo colectivo...



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Los muertos de Bojayá son nuestros muertos

EXHUMAR, IDENTIFICAR, ENTERRAR Y ACOMPAÑAR EN BOJAYÁ, CHOCÓ

Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá en colaboración con Pilar Riaño (UBC), Natalia Quiceno (Universidad de Antioquia) y Camila Orjuela (Investigadora independiente). Con el apoyo del Instituto Peter Wall de Estudios Avanzados de la Universidad de la Columbia Británica, Canadá y el Colectivo Internacional Memoria Transfrmativa.

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© Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá, Mayo 2021.