El alto margen de imprecisión en el cálculo de la edad:
«Yo le hago una pregunta a la doctora […] mi papá estaba entre los 52 años y apareció entre los 28 a 30 años, entonces ¿qué posibilidad hay de que ese cuerpo que ustedes identifican con la edad de 25 a 30 años sea un niño de 7 años que tenemos desaparecido y no lo han identificado como tal?»
(Testimonio de familiar).
┤2014
Las víctimas de Bojayá en los acuerdos de paz
En medio de la preparación de una jornada de encuentro entre personas sabedoras de las comunidades rurales de Bojayá, Leyner Palacios Asprilla, líder e integrante del Comité, recibe una llamada del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos invitándolo a la mesa de negociaciones de los acuerdos de paz entre el Gobierno y las Farc-EP en La Habana, Cuba. Como recuerda Leyner, requería el aval de la comunidad para saber cómo proceder y, dado que la invitación le implica viajar al día siguiente, decide realizar llamadas a varios líderes y lideresas de las organizaciones de Bojayá y Quibdó. El aval brindado es una oportunidad para pensar que dicho escenario y su potencial político viabilizaría la realización de los derechos de su comunidad.
Nacimiento del Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá
Entre el 14 y el 16 de agosto de 2014, Leyner Palacios participa en el primer diálogo desarrollado entre la mesa de negociaciones y una delegación de doce personas representantes del amplio universo de víctimas en el país en el marco de los acuerdos de paz. Antes de partir a La Habana, Leyner solicita apoyo y asesoría de las organizaciones étnico-territoriales y de víctimas de la región. Su participación en la mesa de negociaciones debería transmitir el sentir no solo de las víctimas que deja la masacre, sino el conjunto de victimizaciones que el conflicto armado, la discriminación y la exclusión histórica han generado a los pueblos negros e indígenas del Pacífico colombiano.
Una vez culminada la participación de la delegación en la mesa de negociaciones, dos de los negociadores de las Farc-EP le comunican a Leyner la intención de solicitar públicamente perdón al pueblo de Bojayá por los hechos ocurridos en el 2002. En coherencia con los acuerdos establecidos, responde que compartiría dicha solicitud con las organizaciones regionales y las comunidades de Bojayá.
En una reunión en la que participan líderes y lideresas del Cocomacia, la Asociación de Desplazados Dos de Mayo (Adom), el Comité de Víctimas Dos de Mayo, los cabildos indígenas de Bojayá –Asociación de Cabildos Indígenas del Resguardo Uva-Pogue (Acirup), Cabildo Mayor de Bojayá (Camaibo) y la Asociación de Autoridades Indígenas Drua Wandra–, la Asociación de Jóvenes Unidos por Amor al Pueblo de Bojayá (Ajuap), así como la Diócesis de Quibdó y las Hermanas Agustinas Misioneras se analiza la solicitud realizada por las Farc-EP. Se acuerda emprender un proceso de diálogo con las víctimas directas y poblaciones que cada una de las organizaciones representa para precisar el interés o no de los pobladores afros e indígenas frente a esta solicitud pública de perdón. La conversación y el encuentro para tratar este tema también llevan a líderes, lideresas y organizaciones a pensar que este proceso requería, como refiere Leyner, «una nueva concepción de organización». Así, se forja el encuentro del variado conjunto de organizaciones bojayaseñas y con él la creación del Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá. Leyner describe este momento:
… Cuando la gente va, socializa la petición de perdón, pues a la gente le van saliendo estos temas y esos temas comprometen a las personas que fueron allá, que fueron a la gente, entonces dijeron “no, yo voy a seguir” […] Ahí es donde nace el comité como en septiembre-octubre más o menos del 2014, sin nombre, el grupo de personas, y luego ese comité. Parte de ese comité es ratificado cuando se da la primera ida a La Habana.
Las organizaciones, reunidas en el Comité, emprenden la consulta con las comunidades de Bojayá sobre la intención de las Farc-EP de pedir perdón público. Al respecto, continúa Leyner
Nosotros hicimos varias asambleas y yo digo ¿cómo aguantaron esos jóvenes?, porque eran jornadas enteras de usted estar escuchando los dolores de la gente y no dolores de cualquiera. La gente cuando le decíamos de la petición de perdón, la gente se ponía a llorar y cuando terminaba de llorar se ponía y le contaba a uno unas historias de lo que les había pasado en el conflicto armado […] Llegaba un momento en que realmente uno como humano no aguantaba más y sentía la necesidad como de retirarse, pero le tocaba estar ahí. Eso eran filas […] filas enteras la gente ahí llorando y quejándose de todo lo que les había pasado, pero sentimos que eso también sirvió como para que se desahogaran. Dentro de esas quejas también salían esos asuntos de exhumaciones, salían los reclamos “mire, mi familiar nunca me lo han entregado, yo no sé qué pasó con él”.
Visita de grupo de líderes, lideresas y comisión de testigos a La Habana
Posterior al proceso de escucha de las comunidades, el 18 de diciembre de 2014 se retoma el diálogo entre la mesa de negociaciones de La Habana y un grupo de líderes y lideresas delegados por las comunidades para volver a exponer sus perspectivas sobre el perdón. En dicho escenario el Comité presenta un comunicado que especifica que un acto de la naturaleza solicitada implica tres componentes. El primero, el desarrollo de actividades de preparación de las comunidades y de las víctimas de la región. El segundo, el cumplimiento de compromisos del grupo guerrillero en las zonas de Bojayá donde desarrollan su accionar y tránsito armado. Y tercero, la realización del acto en la región de Bojayá y no desde la mesa de negociaciones en La Habana.
Una vez puestas en consideración del grupo guerrillero las condiciones, estos les comunican: «Aceptamos todas esas condiciones que ustedes están colocando allí y, es más, si en el camino ustedes consideran que hay otra más, o hay que ajustar alguna de estas, lo aceptamos, lo discutimos». La respuesta es una grata sorpresa, y con ella el grupo de líderes y lideresas regresa a Bojayá con la satisfacción de haber incidido en la declaración del primer cese al fuego unilateral de las Farc-EP.
┤2015
La consulta con las comunidades
El Comité emprende una consulta en la región que busca precisar la disposición e interés de las comunidades de escuchar o no a las Farc-EP, sus reflexiones y análisis sobre el proceso de los acuerdos de paz y la escucha atenta de sus necesidades, expectativas y propuestas. La consulta se realiza en marzo de 2015 con recorridos por varias de las comunidades. Al respecto, Leyner explica
… con todas las actividades siempre estuvimos buscando apoyo […] El tema económico no lo estábamos asumiendo nosotros, sin embargo nos tocó a nosotros mismos hacer la gestión para conseguir los recursos para poder ir allá y cuando íbamos a tocar la puerta a las instituciones, pues algunos funcionarios nos veían un poco raro e incluso algunos comentarios recibimos que nosotros les estábamos haciendo el trabajo político a las Farc, así desde ese momento empezamos a ser señalados […] Y también se dio un tema de apoyo psicosocial porque como nosotros tuvimos la experiencia que cuando socializamos el tema con la gente, la gente nos hizo fue una descarga a nosotros […] Entonces también les dijimos que era importante que fuera un equipo de acompañamiento psicosocial para esa actividad. Eso fue como el primer pasito de relacionamiento del Comité con la institucionalidad.
Los recorridos se hacen por las zonas norte, sur y occidente de Bojayá y por los ríos que las comunican. Por otra parte, están las asambleas con los pueblos indígenas encabezadas por Delmiro Palacios Ortega (q. e. p. d.), líder embera dobida e integrante del Comité, y Plácido Valdolobina, líder embera, y en las que participan los gobernadores. En Bellavista se hace una reunión con la comunidad. Tras los recorridos, entre junio y agosto de 2015, se sistematiza la información y se confirma la voluntad de generar un encuentro frente a frente entre las comunidades bojayaseñas y las Farc-EP con el fin de realizar acuerdos y compromisos orientados a la dignificación de las víctimas y la garantía de los derechos a la verdad, la justicia y la reparación de todas las comunidades.
Acto de reconocimiento de responsabilidades
El acto de reconocimiento de responsabilidades se confirma para los primeros días de diciembre de 2015. Ante la presión por una fecha tan cercana y por las condiciones comunicadas desde la mesa de negociaciones, el Comité manifiesta su preocupación. Necesitan ser coherentes con los logros de la travesía emprendida meses atrás y por tanto dejar claro ante las Farc-EP y el Gobierno las decisiones tomadas. La comunidad expresa que necesitan tiempo para que las víctimas se sientan serenas en el acto, sin la presión de los medios de comunicación y garantizar que sus alabaos, el Cristo Mutilado de Bojayá, el telón con los nombres de las víctimas y el teatro tengan un lugar central en la ceremonia. Cada detalle simbólico cuenta, no como un accesorio sino como una muestra de sus maneras de entender la vida y la muerte. Una afirmación de la dignidad de las poblaciones étnicas del Medio Atrato y uno de los mecanismos para sensibilizar e interpelar a los actores armados y al Estado.
Días antes del acto de reconocimiento de responsabilidades realizado el 6 de diciembre de 2015, las integrantes del Grupo de Mujeres Artesanas Guayacán de Bellavista se encuentran para unir los retazos del «Telón de los sueños y las esperanzas». Son retazos traídos desde los diferentes Consejos Comunitarios de Bojayá, retazos con mensajes de niños, niñas, mujeres y jóvenes invitados a compartir sobre lo que les suscita el encuentro con las Farc-EP.
Fotos: María Luisa Moreno.
El día del acto, las delegaciones de las Farc-EP, del Gobierno colombiano, acompañantes y testigos llegan a Bellavista viejo y son recibidos y acompañados por delegados de la comunidad y de la Guardia Indígena del Cauca y la Guardia Negra. Cerca de setecientos sobrevivientes, familiares e integrantes de las comunidades negras e indígenas de Bojayá, escuchan. El acto protocolario incluye el discurso de reconocimiento de responsabilidades de Pastor Alape a nombre de las Farc-EP; las palabras de líderes y lideresas de Bojayá y del Comité; de Sergio Jaramillo, el Alto Comisionado para la Paz del Gobierno, que compromete al Estado con un acto de reconocimiento de responsabilidades; una obra del grupo de teatro de Bojayá, y los cantos de las alabadoras de Pogue.
Allí exigen acciones concretas y efectivas de reparación, respeto a la autoridad y a los territorios afros e indígenas, el cese de hostigamientos y violencia contra las comunidades y la identificación de las víctimas de la masacre.
Muchos familiares de las víctimas acuden al acto, más que motivados por la ceremonia y este hito histórico de los acuerdos de paz, con la esperanza de que la guerrilla de las Farc-EP entregara ese día a sus seres queridos o les dieran información respecto a su paradero –incluyendo los cuerpos sin nombre y sin lápida–. Frente a esto, recuerda Leyner Palacios,
Mucha gente también participó en el acto de la petición de perdón porque creían que las Farc después de la masacre se había llevado a una gente, y que estaban en poder de ellos y que ese día como estaban viniendo a pedir perdón los iban a devolver […] La gente de todas maneras guardaba la esperanza […] mire la angustia en que la gente estaba […] Muchas personas murieron, pero como los cuerpos no se los fueron entregados a la familia, la gente quedó en el vacío. Entonces la gente se hizo su propia idea, no tuvo la certeza de la muerte, entonces la gente decía “no, esa persona no está muerta”.
En el encuentro en Bellavista se acuerda el compromiso de esclarecer la situación de las personas asesinadas. El Gobierno se compromete a implementar las acciones necesarias para revisar el proceso judicial y forense realizado en el 2002. Y el Comité una vez más se enfrenta al reto de que dicho compromiso se concrete por las instituciones competentes.
La lucha por el acceso a la información y las respuestas institucionales
El testimonio de Leyner explica las razones por las que, desde el año 2014, el Comité intensifica su lucha por el acceso a la información sobre los resultados y la manera en que son realizadas las exhumaciones e inhumaciones en el 2002; los procesos que se llevan a cabo para individualizar e identificar a las personas víctimas de la masacre y la búsqueda de las personas desaparecidas.
… Fiscalía llegó allá en el momento de la masacre, después de la masacre, identificó una parte de los cuerpos, los enterraron, pero la gran mayoría […] de los familiares de las víctimas directas no estuvieron presentes […] con la misma manera como Fiscalía enterró los cuerpos se rompió todos los patrones culturales […] y no fue un proceso concertado, fue una decisión del Estado en su manera de actuar […] La gente no estuvo presente y no pudo participar, no vio los cuerpos, entonces quedó la sensación de vacío, de que quizás correspondían a esos cuerpos, quizás correspondían a mi familiar.
Durante el 2014 y 2015, con apoyo del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, el Comité se reúne en Bogotá con varias instituciones, entre ellas con el director del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, Carlos Valdés. Durante esta reunión, le expresan su preocupación por las personas que continúan desaparecidas y por el protocolo seguido en el 2002 tras el entierro apresurado, sin los procesos adecuados, en la fosa común de Loma Rica, de las víctimas de la masacre de Bojayá y las labores posteriores de la Fiscalía. Este proceso estuvo marcado por numerosas irregularidades.
Las exhumaciones y necropsias solo son reiniciadas un mes después de la masacre, exactamente el 5 de junio del 2002. El informe de la Fiscalía evidencia la forma como se desconoce a los familiares de las víctimas mortales de la masacre de Bojayá, que para la fecha de la diligencia se encontraban en la ciudad de Quibdó en condición de desplazamiento forzado. A los familiares no se les informa sobre la exhumación e inhumación ni se les hace entrega individualizada de los cuerpos, ni mucho menos se les comunica sobre las circunstancias y causas de la muerte de cada una de las personas.
El doctor Carlos Valdés, durante una entrevista que se realiza en el 2017, comenta
El Instituto evaluó su propia intervención hace más de 15 años […] se presentaron algunas fallas […] las que motivaron a la comunidad a reclamar una acción mucho más concreta del Estado en la identificación de las víctimas. El Instituto entró a revisar todo esto, a aceptar que sí hubo fallas y a generar un compromiso serio para que esas fallas no se repitieran.
Valdés se compromete a continuar revisando «todo lo que se hizo, todos los procedimientos anómalos por esclarecer» y a llevar la solicitud del Comité a la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas y a la mesa de negociaciones de los acuerdos paz en La Habana donde se estaba discutiendo el punto cinco: «Acuerdo sobre las víctimas del conflicto». Valdés plantea en estas instancias «la necesidad de que se trabajara el cementerio de Bojayá y la necesidad de responderles a las víctimas de esa masacre de manera organizada y conjunta».
El Comité trata infructuosamente de reunirse con el vicefiscal General de la Nación, Jorge Perdomo, en el 2015, y por ello acude a la dependencia regional a cargo del expediente: el despacho 37 de la Dirección Especializada contra Violación de Derechos Humanos de la Fiscalía. La fiscal Eliana Quintanilla en este despacho rechaza la solicitud de acceso a la información por parte del Comité bajo el argumento de que es información reservada. Asimismo, y como explica José de la Cruz Valencia, la fiscal no reconoce las inconsistencias y fallas en el proceso, «la fiscal aseguraba que el proceso estaba perfecto, que no había ningún inconveniente y pues básicamente lo que nos faltaba era simple información».
La fiscal exige que líderes y lideresas de Bojayá presenten un poder que los/as acredite como representantes y firmado por cada una de las familias para poder avanzar en el proceso. El no reconocimiento de las fallas, la violación al derecho de conocer la información sobre el proceso del 2002 y la exigencia de poderes firmados infringen el derecho a saber la información sobre las víctimas de la masacre. Dicho desconocimiento tiene un profundo impacto sobre las personas sobrevivientes e integrantes del Comité: «nos hicieron mucho daño», «fueron momentos tan indignos».
El 17 de octubre de 2015, la mesa de negociaciones en La Habana entre el Gobierno de Colombia y las Farc-EP emiten el «Comunicado conjunto #62» en el que acuerdan «poner en marcha unas primeras medidas inmediatas humanitarias de búsqueda, ubicación, identificación y entrega digna de restos».
┤2016
En abril de 2016, el Comité se reúne con las diferentes instituciones competentes en este proceso para aclarar las responsabilidades de cada institución, establecer la coordinación interinstitucional y los pasos y lineamientos globales para el trabajo. Posteriormente se realiza una asamblea comunitaria con las instituciones en la que los familiares y el Comité expresan sus inquietudes y exigencias frente el proceso que se avecina.
Como resultado del comunicado, la Dirección de Justicia Transicional y el Grupo Interno de Trabajo de Búsqueda, Identificación y Entrega de Personas Desaparecidas de la Fiscalía asumen en abril de 2016 la coordinación del proceso de documentación, exhumación, identificación y entrega de los cuerpos de las víctimas. Esto permite desatrancar el proceso. En la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas, el equipo de entrega digna se involucra para el acompañamiento psicosocial; y el Centro Nacional de Memoria Histórica y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos ratifican su compromiso de acompañamiento. Al poco tiempo, la Consejería Presidencial para los Derechos Humanos y Asuntos Internacionales se vincula y el Comité invita a la organización no gubernamental Equitas a participar como organismo independiente científico a la comunidad de Bojayá.
El informe sobre las diligencias judiciales y forenses en el 2002 y la entrega de la información
Para los que no me conocen mi nombre es Rosa Emilia Córdoba. La pregunta que yo hago hace 14 años para la gente, los que tienen que ver con el proceso de Fiscalía, es ¿por qué no nos trajeron todos los documentos?, o sea, la respuesta clara, porque no hace un año, son 14 años, y si ustedes venían a enfrentar este caso, sabiendo que nosotros lo estamos exigiendo, debían habernos traído las cosas más claras porque todavía seguimos sin entender muchas cosas.
ROSA EMILIA CÓRDOBA
Las comunidades bojayaseñas, 14 años después de la masacre, reciben finalmente una copia del informe conjunto que elaboran Fiscalía y Medicina Legal en el 2002. En noviembre del 2016, funcionarios/as de ambas instituciones se desplazan a Bojayá y, por primera vez en todos estos años, presentan a la Asamblea de Familiares de Bojayá y al Comité los resultados de las necropsias que hicieron en el 2002 y la información forense sobre cada persona. Para varios de los familiares esta es la primera vez que regresan a Bojayá desde el 2002. A esta sesión de dos días también asisten las instituciones que acompañan el proceso en sus diferentes componentes. Esta es la primera vez que los familiares se enteran de lo que se hizo en el 2002 y como explica Yúber Palacios
Tenemos que ser honestos que fue la primera vez que, como Comité, y de manera muy personal pues como Yúber, pude conocer de primera mano o tener información del proceso de identificación realizado en el 2002. Después de eso, nosotros de estudiar y analizar ese proceso, de esa información del 2002 entregada en el 2016 por parte de Fiscalía, les solicitamos a Fiscalía y a Medicina Legal que vinieran a terreno, que vinieran a Bellavista y les dieran la cara a las víctimas, y rindieran un informe del caso a caso a cada uno de los familiares de las víctimas del municipio de Bojayá.
Durante el transcurso de dos días, funcionarios/as dan el informe caso por caso y responden a las preguntas de familiares e integrantes del Comité, asunto que reaviva el dolor personal, pero a la vez la determinación por conocer la verdad sobre cómo se les identifica y en dónde se encuentran. Se encuentran inconsistencias entre lo reportado y lo que está escrito, también entre lo reportado y lo que las mismas personas que estaban en la iglesia vieron y lo que las familias saben sobre sus propios familiares. A la vez la sesión confirma varios de los reclamos de la comunidad sobre la mezcla de huesos de diferentes personas en las fosas y los errores en la identificación de las personas.
Desde las voces de familiares, de personas sabedoras e integrantes del Comité, los testimonios que se comparten a continuación instruyen con precisión sobre estos errores, las fallas del proceso y las inconsistencias que prevalecen en la información:
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Las mujeres embarazadas y la situación de los nonatos:
«Ella estaba en embarazo y el día 2 [de mayo] estaba con dolores, inclusive yo fui al centro, porque en ese tiempo trabajaba con salud, a buscar el equipo para estar pendiente del parto, entonces quiero saber ¿qué pasó con el niño?»
(Rosa de las Nieves Mosquera, cuidadora, lideresa e integrante del Grupo de Mujeres Artesanas Guayacán).
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Las mezclas de huesos en las fosas y los errores en la identificación:
«A ver mi pregunta es la siguiente: ¿qué hay que hacer para aquellas personas que aparecen en una?, cómo le dijera, en una fosa y [en] otra, entonces para ver, ¿cómo se reúne ese cuerpo para que se le dé exactamente lo que se merece?»
(Testimonio de familiar).
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Errores en el lugar y circunstancias de muerte:
«Luis Ángel murió en Vigía, él no quedó, así como está así, como dicen ahí, él quedó entero, solamente tenía muchas heridas, pero no quedó así que sin piernas y sin brazo» (Testimonio de familiar). «… Quiero explicarles a ustedes que de pronto puede haber una equivocación en los dictamen’ y me van a saber perdonar, no sé, pero puede haber una equivocación. El pelado murió en la casa de las monjas. Muy incorrecto»
(Testimonio de familiar).
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Las incertidumbres y poca claridad sobre las causas de muerte:
«Nosotros tenemos una inquietud ¿cierto? Y es nosotros tuvimos… vamos a suponer que estamos en este salón y aquí un artefacto por aquí pero no entendemos una bala cómo hace para entrar por aquí. Recordemos la ubicación de la iglesia; también tendríamos otra pregunta y es si hay evidencia de que haya balas porque la confrontación fue del barrio Pueblo Nuevo hacia el barrio y en eso hay más de diez paredes de cemento ¿sí? Entonces no logramos comprender cómo aparecen unos cuerpos que estaban dentro de la iglesia con ese tipo de… [se refiere a casos sobre los que se reporta el paso de un proyectil como la causa de muerte y heridas], sabemos que aquí no se va a resolver pero es la inquietud que le dejamos a Fiscalía»
(Testimonio de familiar).
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Errores en el registro del lugar de inhumación y en la información que se entrega:
«Se nota una inconsistencia y es la siguiente: ustedes en el informe que nos entregaron en conjunto Fiscalía y Medicina Legal, el nueve, en el informe dice: la señorita o la niña Yorleisy Rivas Mena aparece en el cementerio de Riosucio y hoy nos encontramos de que no aparece en el cementerio de Riosucio, sino que tiene seis fragmentos y los tienen en Bogotá»
(Testimonio de familiar).
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La falta de información sobre las personas desaparecidas y no identificadas:
«Fui uno de los afectados de ese conflicto armado y por aquí estoy. La verdad es que quiero ver qué me van a solucionar en el caso del niño que no aparece por ningún lado, que todo el mundo sabe»
(Testimonio de familiar).
A lo largo de los dos días de reunión, los integrantes de la Fiscalía y de Medicina Legal reconocen errores de digitación e información, en la misma identificación Proceso mediante el cual se establece la identidad de un individuo u objeto. Es un proceso técnico-científico que evalúa un conjunto de variables que individualizan a una persona y la diferencian de las demás, para ello se acude a características físicas, psíquicas y a aspectos socioculturales. Identificar es comparar y equivale a adelantar un proceso técnico-científico de comparación entre dos o más conjuntos de variables (Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, 2016). e individuación. En antropología y odontología es el proceso mediante el cual se busca establecer la relación anatómica entre estructuras óseas de un cadáver o en un conjunto de segmentos anatómicos mezclados de varios cadáveres. El proceso puede ser respaldado por análisis genéticos para determinar la relación de uniprocedencia –si pertenece a un mismo individuo–. En medicina es el conjunto de rasgos específicos que diferencian una persona de otra, como señales particulares, entre otras (Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, 2016). de los restos, en la ubicación del lugar de inhumación, Acción de enterrar o depositar en los cementerios los cuerpos de la persona fallecida y segmentos (partes) corporales humanos (Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, 2016). así como inconsistencias en los datos. Reconocen que una nueva exhumación Sacar a una persona o cosa del lugar en el que estaba enterrada; especialmente un cadáver (Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, 2016). es necesaria. Los asistentes de manera enfática plantean la deuda que el Estado colombiano y sus instituciones tienen con la comunidad y cómo las fallas e inconsistencias confirmadas afectan y revictimizan a la comunidad y vulneran sus derechos.
A nosotros realmente los estudios técnicos que plantea Fiscalía y que plantea Medicina Legal en algunos términos nos dejan en la impunidad ¿por qué? […] Usted plantiaba que no había, que el identificado de Pedro, Diego o Juan, si no existe la identificación entonces cómo tiene que parecer que de pronto murió de una cosa, murió de la otra o murió de la otra.
Yo ahí me quedaba.
(Saulo Enrique Mosquera, q. e. p. d.)
Eh, definitivamente el Estado colombiano sigue en deuda con nosotros. Figúrense que en toda la información que bajaron hay falencias, angustia, hay vacíos y nos queda de todo. ¿Por qué digo esto? Porque bajaron la información y sigue el hermano de María Pascuala, Edison Palacios, totalmente desaparecido, o sea que de él simplemente nosotros como familia lo único que manejamos es el nombre en un papel.
(María Pascuala Palacios Chaverra, lideresa e integrante del Comité)
La decisión de exhumar
Después de esta dolorosa y retadora jornada, familiares y Comité se reúnen en espacio propio para tomar la decisión de si emprenden un proceso de exhumación. En la asamblea, los familiares e integrantes del Comité establecen la importancia de reclamar como un colectivo y de actuar de acuerdo a los principios de solidaridad y acompañamiento que fundamentan sus propios rituales y prácticas funerarias. Como Leyner Palacios recuerda,
… estábamos finalizando esa asamblea, todo el mundo dijo así como quien dice “vea, es que si falta uno, el caso mío decía está claro, pero si falta uno lo tenemos que buscar”. Entonces también hubo un ambiente de mucha solidaridad entre la gente misma de la comunidad. Ese proceso fue doloroso, tener que mantener esa discusión con la institucionalidad, pero al fin y al cabo fue muy bueno porque eso llevó a la comunidad también a tomar una posición un poco más contundente a favor de realizar las exhumaciones.
José de la Cruz explica sobre las dudas que se tenían sobre si exhumar o no y las razones que motivan a hacer la exhumación para poder cerrar con un entierro «medianamente digno».
Al interior de la comunidad pues también había dudas si exhumar o no, ¿por qué? Por el tema digamos de remover dolores. Esta era una situación que todo el mundo sabía que iba a ser fuerte, pero también, fuera de generar claridades, motiva mucho la posibilidad de extraer los cuerpos de esas zonas donde estaban en el cementerio que es de las más bajas, que en estos momentos está digamos inundado ese sitio […] La gente decía: “no, es que mi familiar ¿cómo va a estar ahí como un animalito metido en esas bolsas?” […] El Comité tiene claro que después de tantos años y la forma como murió la gente, el tratamiento que tuvo, ya decir que alcanzar la dignidad real para el entierro pues no es posible, pero tratar de hacerlo lo mejor, lo mejor posible.
La Asamblea de Familiares de Bojayá autónomamente acuerda que la finalidad de la exhumación es la de confirmar la identidad de sus familiares y verificar que las partes de sus cuerpos sean propiamente individualizadas. Como expresa Emelino Robira Vélez, integrante del Comité, «vamos a poder saber cuáles van a ser nuestros restos, nuestros familiares». Los otros propósitos de importancia para las comunidades bojayaseñas son los de poder realizar los rituales de acompañamiento. Honrar a los sagrados espíritus y acompañarlos en el tránsito hacia el mundo de los ancestros. Finalmente, la exhumación se ve como un paso necesario para continuar con la búsqueda de las personas que siguen en condición de desaparición.
Posterior a la reunión, a una revisión sistemática por parte del Comité y Equitas del informe escrito por la Fiscalía y Medicina Legal y la presentación de resultados, el Comité envía un derecho de petición a la Fiscalía. En diciembre de 2016, la Fiscalía envía un memorándum respondiendo parcialmente a las preguntas del Comité respecto al procedimiento a seguir con los desaparecidos y las inconsistencias con los restos encontrados. Con base en esta respuesta y la recopilación y análisis de información sobre los informes del 2002 e intervenciones forenses posteriores, el Comité organiza su agenda de cabildeo, diálogo, organización y exigencia de derechos a la verdad y para la identificación plena de las víctimas de la masacre.
Razones para exigir la exhumación
Familiares, personas sabedoras e integrantes del Comité deciden que se exhumen todos los cuerpos por las siguientes razones:
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La masacre de Bojayá y la forma como tantas personas son sepultadas rompe las dinámicas culturales del Medio Atrato y los pueblos étnicos del Pacífico. Esta ruptura se presenta por el contexto de los hechos: en medio del fuego cruzado entre paramilitares del Bloque Élmer Cárdenas de las AUC y la guerrilla de las Farc-EP del Frente 57, Bloque José María Córdoba, la comunidad de Bojayá tiene que sepultar a un centenar de personas que son asesinadas en el contexto de la masacre y esta sepultura se presenta sin los rituales ancestrales mortuorios de las comunidades afrodescendientes.
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Los procesos de exhumación, individualización, identificación y luego inhumación, de 2002 y 2004, son diligencias en las que solo participan los forenses y autoridades municipales, sin la participación de los sobrevivientes ni de familiares, líderes y lideresas de la comunidad.
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Los cuerpos son sepultados en la parte más baja del cementerio de Bellavista, Bojayá. Cada vez que crece el río Atrato las fosas se inundan.
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Nunca hubo una explicación adecuada sobre los resultados de la necropsia medicolegal acerca de las mujeres en estado de gravidez y los nonatos, al igual que sobre las personas que están en condición de desaparecidas.
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Debido a la condición de desplazamiento forzado de la inmensa mayoría de los habitantes de Bojayá en la ciudad de Quibdó en el 2002, la inhumación de los restos mortales se realiza sin el cumplimiento de los rituales religiosos y culturales propios de las comunidades afrochocoanas y sin la presencia de los familiares.
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Una vez la comunidad se entera de que existe una fosa con restos aislados, partes de cuerpos mezcladas y sin identificar –la que se conoce como fosa 75– y que probablemente en algunas tumbas se encuentran fragmentos óseos mezclados la incertidumbre se apodera del pueblo bojayaseño. Por esta razón, se reclama con mayor fuerza a las autoridades la identificación fehaciente Se trata de los rasgos propios de una persona que la caracterizan y diferencian frente a los demás. La meta en el proceso de identificación forense es lograr confirmar dicha identificación mediante métodos como la carta dental, el estudio genético o las huellas dactilares. y la ubicación precisa de sus seres queridos en las diferentes fosas individuales. Como resume ese imperativo Flora Rosa Caicedo Blandón, conocida como Yeya, integrante del Comité, «uno no puede conformarse con eso siempre y cuando tenga dudas. Vea lo que pasó con nosotros, nos dijeron que ya los muertos estaban identificados y no estaban. Nos dijeron que ya estaban y si nosotros nos quedamos quietos no hubiera pasado nada».
→ 2017
Jornadas de preparación y la capacitación de funcionarios/as
Durante los primeros meses del 2017 se realizan jornadas de preparación y planificación con las instituciones y con las familias mediante la Asamblea de Familiares de Bojayá y el contacto personal. El Comité establece como principio central que este es un proceso que reconoce el conocimiento afrochocoano y embera, guiado desde las comunidades y por quienes poseen el conocimiento ancestral. Por ello, invita a
rezanderos/as,
Personas que tienen por oficio rezar por los muertos durante los rituales mortuorios.
cantadoras,
curanderos/as,
Todas las personas que alivian a otros un mal, que tienen el saber para curar con las plantas.
jaibanás,
Los jaibanás entre los pueblos indígenas embera tienen el poder y conocimiento para sanar, curar y proteger la vida a través del trabajo con los espíritus. El jaibaná Delmiro Palacios Ortega (q. e. p. d.) nos explica que es el médico tradicional para los pueblos indígenas, que es un sabio de la comunidad que tiene esa experiencia, es «quien revisa, quien analiza, quien protege a la vida humana a través de su espíritu».
sabios/as
Los sabios son personas que se interesan en una o diversas especialidades del conocimiento ancestral, que en síntesis es el desarrollo de conocimientos sobre las plantas y sus usos, entender los tiempos de la luna, la anatomía humana, la lectura del clima. Es un profundo conocimiento del territorio que los rodea, bien sea tanto de lo natural como de lo sobrenatural –el poder de la palabra secreta, el diálogo con los espíritus humanos y los de la naturaleza–.
y
parteras
Persona que tiene por oficio asistir a la mujer en el parto, basándose en el conocimiento ancestral transmitido de generación en generación.
para que asesoren el proceso. Este grupo es el que se empieza a nombrar como personas sabedoras.
En otro paso inédito, la preparación para el proceso de exhumación, identificación, entierro y acompañamiento incluye la capacitación a funcionarios/as de las instituciones –tanto los forenses como los que trabajan aspectos psicosociales–. Para ello, las personas sabedoras viajan a Bogotá a compartir su sabiduría sobre cómo el conocimiento ancestral, cuidado de los muertos y vivos y ritual funerario están anclados en el territorio, en los ríos y en las maneras de nombrar a los muertos. Explica Saulo Enrique Mosquera (q. e. p. d.), «en eso le contábamos a ellos la forma como nosotros considerábamos que había que llamar a unos muertos, les dábamos unos nombres».
En los diálogos y capacitación con profesionales en el área psicosocial, las personas sabedoras comparten sobre las nociones articuladoras de acompañamiento, solidaridad y cuidado que informan sus prácticas funerarias. La capacitación abarca también instrucciones más concretas para las mismas excavaciones, manejo de las palas, los rituales y actos que se iban a integrar durante las exhumaciones.
… nosotros empezamos a hablar de que ese apoyo psicosocial tenía que tener un componente tradicional, porque la respuesta del duelo ellos no la sabían hacer […] o sea que estuvieron los nuestros dándoles unas clases allá en Bogotá antes de las exhumaciones.
(Leyner Palacios)
Bueno y entonces yo fui a la reunión y me presenté y yo dije pues lo que sabía y la articulación a mí me ha parecido muy buena porque nosotros hicimos su conocimiento de lo que sabíamos y Fiscalía por lo menos nos dio acertado.
(Oneida Orejuela Barco, cantadora y compositora)
La conmemoración del 2017 como antesala de la exhumación
Durante los primeros cinco meses del 2017 se adelanta un proceso intenso de preparación para la jornada de exhumación que se acuerda realizar en el mes de mayo. Esto incluye tanto la búsqueda y confirmación de fondos por parte del Comité y las instituciones, como la realización de jornadas preparatorias y de toma de decisiones con la Asamblea de Familiares de Bojayá y con las personas sabedoras.
La conmemoración del 2017 tiene un significado especial porque en esta fecha se cumplen 15 años desde que tuvo lugar la masacre y porque esta es la antesala de las exhumaciones que se inician el 3 de mayo. En ella se hacen dos reconocimientos: un acto de dar las gracias al pueblo de Vigía del Fuerte por socorrer a los sobrevivientes y heridos durante la masacre, y un acto de honrar y nombrar a los/as 49 niñas y niños que mueren en la iglesia San Pablo Apóstol.
Se da inicio a una procesión desde la orilla del río a la iglesia San Pablo Apóstol, en Bellavista viejo, bajo la guía del Cristo Mutilado y acompañada con el canto del alabao, Cantos rituales para velorio y novena de personas adultas, para celebraciones de Semana Santa, alumbramientos y, más recientemente, como canto de denuncia social. Su temática se mueve entre textos religiosos y textos sobre la muerte. Nos explica Saulo Enrique Mosquera que se trata de «unos ritos que nos permiten acompañar el sentir de nuestra gente cuando mueren, en momentos de dolor. Hoy, el alabao no se centra únicamente en el dolor, sino que también es una forma de denuncia ante la opinión pública por el maltrato que se le da a la comunidad».
ah, dicha señores
la de Bellavista
ciento y pico de muertos
dentro de la capilla
ciento y pico de muertos
dentro de la capilla
†
En el altar, las integrantes del Grupo de Mujeres Artesanas Guayacán, las alabadoras,
rezanderos/as
Personas que tienen por oficio rezar por los muertos durante los rituales mortuorios..
y Sterlin Londoño Palacios, párroco afrochocoano de la Diócesis de Quibdó, se reúnen y la conmemoración inicia con unos versos que honran a las niñas y los niños fallecidos y que explican cómo de la muerte de cada niña o niño nace un ángel.
dicen que cuando un niño
cierra los ojos en el mundo
un nuevo ángel nace en el cielo
[…]
un canto angelical
se oye en el firmamento
un susurro celestial
sostiene la tristeza del momento
hoy un ángel existe
en nuestra comunidad
en nuestra familia
en nuestra iglesia
en nuestra fe
en nuestra esperanza
su nombre es